Las
Bienaventuranzas, Descritas en Conceptos y Palabras, de Hoy
Sermón
del Monte
Estamos en Jueves Santo, lo cual nos hace recordar a ese gran
Hombre, a ese Gran Maestro, a esa Persona Especial, a Dios Hecho Hombre, a Jesus.
Este momento es espacial para que recordemos el Sermón de la
Montaña o el Sermón del Monte. De este acontecimiento relatado por los
Evangelios hoy solo recordaremos los trascendentes ocho puntos conocidos por
las Bienaventuranzas.
No las recordaremos con las palabras bíblicas, sino las pondremos,
como seguramente las hubiera dicho Jesus, si estuviera presente en este momento
de la vida del mundo.
Espero que después de leerlas, no sigas pensando como hasta ahora,
no sigas actuando como hasta ahora y sobre todo no te menosprecies como hasta
ahora.
Estupenda Semana Santa
2.1.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos será el reino de los
cielos (v.3).
No debe sorprendernos que esta Bienaventuranza esté en primer
lugar; este mandato de Jesus es la clave
para entender los demás.
Nunca el Sr. Jesús en el Sermón de la Montaña, se está refiriendo
a los que son pobres en lo material,
sino a los que son pobres en su interior, a los que carecen de felicidad
interior.
Cuando NO somos pobres en espíritu, tenemos felicidad interior y la
felicidad interior, es la sensación que todos tenemos, cuando la alcanzamos, cuando
nos llenamos de bienestar y realización; es esa sensación de júbilo, al lograr
nuestras metas; son esos deseos y propósitos que se convierten en logros, son
esos momentos que duran mucho y nos llenan de satisfacción; es ese lugar donde
no hay necesidades que nos mortifiquen, ni sufrimientos que nos atormenten.
2.2. Bienaventurados
los que lloran, porque ellos serán consolados (v.4).
Para muchos de nosotros cuando leemos esta bienaventuranza, nos
resulta contradictoria: Se puede afirmar que ¡son felices los que lloran!
Evidentemente NO ¿cómo podremos ser felices, llorando? El Sr. Jesús No estaba hablando
de las lágrimas derramadas por la muerte de un ser querido, sino de aspectos de
nuestro carácter, de nuestra manera de ser. Los que lloran son los que se
afligen cuando se contemplan a sí mismos y se dan cuenta que no han conseguido
a lo largo de la vida, la felicidad, la estabilidad, la paz. Son los que
lloran, cuando analizan la forma equivocada o disipada en algunos casos, en la
que han vivido; son esos instantes cuando piensas en las personas con las que
has convivido, que te han dejado un sentimiento de vacío de infelicidad. Llorar
por nosotros y salir fortificados con el conocimiento de nosotros mismos, nos
lleva a ser consolados con el cambio de nuestras actitudes.
2.3. Bienaventurados
los mansos, porque ellos recibirán en herencia la tierra. (v. 5).
Por supuesto que Jesús no se refería a ser una persona apocada,
tonta, sonsa, que no entiende; todo lo contrario, nos insta, a no ser
violentos, a no ser groseros, a no
golpear física y psicológicamente a las personas que tenemos cerca, a
tener relaciones positivas, a no ser vampiros energéticos.
Cuando somos personas seguras de sí mismas, cuando somos personas
que nos amamos y nos valoramos, automáticamente el resultado es convertirnos en
personas justas, misericordiosas e
interesadas positivamente por los que les rodean.
2.4.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados (v. 6).
Al hablar Jesus de las personas que tienen hambre y sed de
justicia no se refería a ser vengativos, a aplicar a nuestra vida el “ojo por
ojo”, sino a conducirnos en orden, a ser cumplidos en nuestros compromisos,
sean documentados o de palabra. A no repetir comentarios negativos de una
persona, nos consten o no. A controlar nuestro natural sentimiento de envidia y
a no calumniar a otros por el puro placer de destruir. Jesus con esta bienaventuranza
nos inspira a no ejercer la parte oscura de nuestra personalidad, a no ser
infelices y hacer infelices a otros.
Esta Bienaventuranza nos pide, que desarrollemos el amor al
próximo, en la misma forma en que nos amamos a nosotros mismos.
2.5. Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia (v.7).
Esta bienaventuranza va dirigida a que entendamos correctamente,
lo que es ser misericordioso, a que entendamos que es la misericordia. Misericordia,
poner el corazón en todo lo que hagamos; es a la vez, el entender lo que es la
miseria de actitudes y acciones humanas. Complicado ¿NO?, Si porque
misericordia es comprender porque algunas personas, matan personas y animales, comprender
porque calumnian, porque violan, porque nos desprestigian, porque nos odian sin
motivo, porque sienten tanto rencor por nosotros sin conocernos y mucho, mucho más,
en el sentido destructivo, eso es la miseria humana, la NO MISERICORDIA.
Ser misericordiosos, implica tanto perdonar ofensas, como
contribuir al bienestar de todo aquel que pueda necesitarlo.
2.6. Bienaventurados los limpios
de corazón, porque ello verán a Dios (v.8).
Ser una persona de limpio corazón es ser responsable, no
mentiroso, no chismoso, no calumniador, no jugar con los sentimientos de los
demás, no tomar lo que no es nuestro, no hacernos tontos en el empleo, no
repetir a otros lo que no nos consta.
Cuando Jesús se refirió al hecho de tener un corazón limpio,
hablaba de que el corazón es la sede central de nuestra personalidad, aquí se
determina nuestra manera de ser, y lo que influye nuestros pensamientos.
Cuando Jesus habló de limpio o puro corazón se refería a tener un
pensamiento y comportamiento libre de impurezas, libre de mescla entre pureza y
maldad. Nunca engañarnos en creer que lo que hacemos es bueno, aunque en lo
profundo de nuestro pensamiento, sabemos que no lo es. Los de limpio corazón
son las personas cuyo comportamiento es lo opuesto a la hipocresía y a la maldad
de las personas.
2.7. Bienaventurados los
que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios (v.9).
Cuando Jesus en el Sermón del Monte, hablaba de los pacificadores,
se refería a aquellos que no mienten, para causar que otros peleen; se refería a
aquellos que no mienten, para provocar que agredan a otras personas; hablaba de
aquellos que NO provocan la discordia entre los cercanos, que no le quitan a
otra persona, a su pareja, a aquellos que NO se entrometen en las familias para
separarlas y NO ADOPTAN otros muchos comportamientos destructivos.
Los pacificadores, no son los pacifistas que hoy están de moda,
sino son los hacedores de la paz en la familia, en el trabajo, con los amigos,
con los vecinos; los pacificadores son los que buscan la paz en su pequeño
núcleo. Los Pacificadores según Jesus, son los que trabajan por unir y no por
separar, los que luchan para que impere la justicia, los que creen en el amor, y
que creen que el amor, solo viene de lo alto.
2.8. Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos
(vv.10-12).
Resulta muy contradictorio el alegrarnos por ser insultados,
ofendidos, rechazados, vituperados,
perseguidos, encarcelados, golpeados, buleados, atemorizados, etc. Sin embargo quién
de nosotros, no ha padecido alguna o todas de estas persecuciones. Por eso
Jesús en el Sermón del Monte, nos habló a todos nosotros los perseguidos, los
que de alguna manera, hemos padecido la persecución.
En esta bienaventuranza Jesús, hablaba de VIVIR el día sin
preocuparnos, a pesar de las dificultades que afrontemos en él. Jesús hablaba
directamente a todos nosotros, a los que NO podemos dormir por las noches,
copados de preocupaciones; les hablaba a todos nosotros los desconfiados, los
faltos de fe en Dios y en nosotros mismos. El problema no es el de ser perseguidos,
el problema es, no confiar en la presencia de Dios con nosotros, en nuestras
habilidades, en lo positivo de nuestros pensamientos y en la materialización en
abundancia de ellos.
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Nicté Há
La Flor del Poder del Agua
AYAMEX “No
somos los únicos, pero si los mejores”
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